Si decides adentrarte en la senda del brujo sin una base sólida de conocimientos, no solo estarás exponiéndote a entidades hostiles, sino también poniendo en riesgo tu integridad física y espiritual. No olvides que la brujería, como un arma, puede ser utilizada tanto para el bien como para el mal (Sin embargo, eso no significa que se deban distribuir armas en grandes cantidades sin más pautas que “no necesitas ningún entrenamiento y no hay reglas). Y quienes no saben manejarla adecuadamente, son los primeros en caer bajo su peso.

Cualquiera que tenga una práctica seria puede asegurarte que, en algún punto del camino, tendrás que defenderte a ti mismo o a otros de fuerzas sobrenaturales. Es simplemente parte del proceso. Al comenzar a aprender el oficio, apenas mojamos los dedos en la piscina mágica, y ese leve contacto agita las aguas espirituales, creando ondas. Esas ondas transportan un mensaje que recorre la piscina espiritual, alcanzando a todos sus habitantes, y no todos son amigables. Pero cuando nos declaramos brujos o brujas, nos sumergimos de lleno, como si fuéramos una bala de cañón. Este gran chapoteo no solo envía poderosas ondas a través del reino espiritual, sino también un mensaje claro en su mundo. Si no sabes nadar antes de sumergirte, te conviertes en un blanco fácil. Y algunas criaturas, aquellas que acechan en esas aguas profundas, se aprovecharán de tu vulnerabilidad.

Más allá de esto, la creencia de que no es necesario esforzarse para ser brujo establece un precedente sumamente peligroso: que la brujería no solo es segura, sino que tampoco requiere trabajo alguno. Este mensaje, dirigido a las nuevas generaciones de brujas, las hace creer que no necesitan tomarse la brujería en serio, que pueden ignorar las reglas, las pautas y las habilidades fundamentales que son absolutamente necesarias. Esta es una ilusión que ha contaminado gran parte de la comunidad, promovida por aquellos del «amor y la luz», que insisten en que toda brujería es beneficiosa, segura y un «derecho divino de nacimiento» para todos, sin importar los parámetros o requisitos previos (aunque, claro, no olvides comprar lo que te están vendiendo).

Además, cuando asumes un título, sea espiritual o de cualquier otra índole, estás enviando un mensaje claro al mundo y a los espíritus: que posees un conjunto de habilidades especiales que te permiten portar y sostener ese título. Pero con los títulos vienen responsabilidades. Piensa en esto: podría yo decidir que, en el fondo de mi ser, me siento como un mecánico. No tengo ninguna formación, y honestamente, ni siquiera sé qué hace un alternador, PERO me “siento atraído” por los talleres de carrocería y tengo una llave inglesa. Con esa información, ¿confiarías en mí para que te arregle los frenos?

Espero que mi punto esté quedando muy claro. Los títulos significan algo y tus conocimientos y habilidades deberían reflejarlo.

El Compromiso de Ser Brujo

El título de brujo no es solo una etiqueta; es un compromiso. Un brujo debe estar preparado para actuar, no solo por sí mismo, sino también por los demás. Si alguien te pide ayuda para romper una maldición o realizar un hechizo, ¿serás capaz de hacerlo? Si no, aún no estás listo para llamarte brujo. La brujería requiere una base de habilidades fundamentales: protección, adivinación, conocimiento de entidades, y la capacidad de ejecutar hechizos efectivos. Sin estas herramientas, te estarías engañando a ti mismo y a quienes confían en ti.

No es necesario que seas un maestro en todos los aspectos de la brujería antes de adoptar el título, pero sí debes tener una comprensión básica y experiencia práctica. Llamarte brujo sin estos fundamentos es como proclamarse médico sin haber cursado un solo día en la universidad. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

Piénsalo de esta manera: si alguien viniera a ti con un problema paranormal o de brujería, ¿tendrías las habilidades necesarias para ayudar? ¿Podrías lanzar un hechizo exitoso? ¿Romper una maldición? ¿Divinar información psíquica? Como brujos, nuestro propósito nunca ha sido acaparar nuestra magia para nosotros mismos. Siempre ha habido una responsabilidad inherente de intervenir y ayudar a otros con nuestro oficio cuando podemos. Si no lo hacemos, ¿cuál sería entonces el verdadero propósito de ser brujo?

Alternativas para Iniciados

Si apenas estás comenzando en este camino, no te apresures a adoptar el título de brujo. Hay otras formas de describirte que reflejan tu respeto por la tradición sin caer en la arrogancia. Puedes llamarte «estudiante de brujería», «aprendiz», o «novicio». Estos términos indican tu compromiso con el aprendizaje, sin presuponer un dominio que aún no has alcanzado. Al igual que un aprendiz de herrero no se llama maestro hasta haber demostrado sus habilidades, tú tampoco deberías precipitarte a tomar un título para el que aún no estás preparado.

Ahora bien, sé que alguien ya está preparando una respuesta mordaz a este video, diciendo que ha sido brujo desde el principio de los tiempos, que ha vivido múltiples vidas o que es hijo de cual o tal y que, por lo tanto, siempre ha sido una brujo, incluso antes de aprender formalmente la «brujería». Si ese es tu caso, y realmente tienes una inclinación natural tan fuerte hacia la magia, entonces es aún más crucial que aprendas el oficio con rapidez.

Ser una criatura con talentos mágicos innatos es una gran responsabilidad. Si realmente posees esa magia, deberías tomarte tus estudios muy en serio. Las personas con poderosos dones naturales pero sin entrenamiento adecuado son como niños pequeños con bazucas: peligrosos tanto para ellos mismos como para los demás. Aquí, la educación se vuelve absolutamente imprescindible. Además, si afirmas un linaje mágico tan claro, tienes la obligación de ser un líder dentro de la comunidad. Debes alentar a otros no solo a estudiar la brujería, sino a honrar el título de brujo, tomando en serio la historia y la cultura que nos preceden. Permitir que se degrade con ideas superficiales, como creer que basta con reclamar el título, es una falta de respeto a nuestra herencia.

Conclusión: Respeto y Honor al Título de Brujo

Agradezco mucho a las personas que llegaron aquí, disculpen si fuí demasiado duro, sin embargo los que me conocen ya saben perfectamente cual es el objetivo de mi canal y mi blog, los invito a que si tienen dudas las dejen en los comentarios, de igual manera les recomiendo oigan el ultimo video que hice, trata sobre los mitos de los castigos de los rituales de amor, seguro les será muy interesante. Prosigamos

Cuando llegue el día en que sientas que has adquirido suficiente conocimiento y experiencia en la magia para defender verdaderamente el título de brujo, y estés dispuesta a asumir el compromiso de por vida (sí, dije de por vida) que conlleva este camino, entonces podrás asumir ese título con orgullo. Ser brujo no es solo una declaración, es un compromiso profundo con las fuerzas que manejamos y con la responsabilidad que aceptamos ante el mundo espiritual. Cuando estés listo para llevar esa carga con honor, podrás llamarte bruja con toda la dignidad que ese título merece.

La brujería es un arte sagrado, y como tales, sus practicantes deben honrarla con el respeto que merece. No caigas en la trampa del «brujero rápido», que trivializa un camino espiritual tan profundo y poderoso. Ser brujo es un compromiso que dura toda la vida, y conlleva la responsabilidad de continuar aprendiendo, practicando y perfeccionando tu arte. Recuerda, los dioses y los ancestros que murieron para preservar estos conocimientos están observando. ¿Estás dispuesto a llevar este título con la responsabilidad que conlleva?

Si deseas profundizar en este camino con sabiduría y respeto, no dudes en contactarme en saylasnehemias@gmail.com.